31 de diciembre de 2013

La Cuenca del Sol


Las fiestas de fin de año me llevan nuevamente a la ciudad de Cruz del Eje, cuenca del sol, tierra de mis abuelos y origen de mis padres.

El sol y el calor permanecen intactos, como los recuerdo desde niña en esta porción del  noroeste cordobés.

Cuando uno ingresa a la ciudad por la Ruta 38 desde Córdoba Capital, se divisa una panorámica de la Basílica Nuestra Señora del Carmen realmente hermosa. La mejor hora para contemplar este paisaje es a la tardecita, cuando cae el sol y se mezclan las últimas horas de la luz del día, con las primeras luces artificiales de la ciudad. 


Cruz del Eje se levanta a lo largo del río que lleva su nombre. Cuenta con  un dique llamado Arturo Illia cuya muralla es la más grande de todo Latino América, con uno de los espejos de agua más lindos de toda la provincia. 

Desde su murallón se ve el imponente Cerro Uritorco y otras sierras. 
En la costa del Dique pueden encontrarse distintos clubes náuticos y sociales, que brindan las mejores vistas de esa imponente construcción hidrica. 

La Cuenca, combina bellezas naturales con rusticidad, presenta en su plaza principal la antigua iglesia parroquial y las casonas antiguas que con el paso del tiempo solo han variado en color. Presenta algunas zonas duales, que marcan perfectamente lo antiguo de lo nuevo (surgido y en proceso). 

La tranquilidad prima como la tonada de su gente, en verano la que sigue reinando es la siesta.


El hospital, la municipalidad, la iglesia Nuestra Señora del Carmen, la casa que habitó el presidente Illia, y la bella estación del antiguo ferrocarril (joya preciada antaño, cuna de la ciudad),  son algunas de las huellas de un rico pasado que se hace presente en los ojos de sus habitantes y en muchas de sus calles. 



El tiempo a veces se detiene en alguna de sus esquinas, en otras resurge y tiñe con nuevos rasgos su identidad. 

Lo que me guardo para mis adentros es el aroma a olivas en el aire camino a la Cartuja, lugar que trae a una dimensión más terrenal los recuerdos de mi abuelo Ernesto, y hacen que lo sienta caminando conmigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario